Se encuentra mal y pide ayuda

La soledad de las personas mayores, ya sea voluntaria o no, supone un reto a la hora del cuidado de las personas en un periodo de su vida en el que lo necesitan mucho más de lo que necesitaban antes. Aumentan los achaques al tiempo que disminuyen las fuerzas. Nos volvemos más frágiles y en muchas ocasiones no queremos reconocer que necesitamos más ayuda que antes.

En España hay más de 2 millones de personas mayores de 65 años que viven solas. Además hay que tener en cuenta otro factor. Cada vez más, la ayuda descansa en tecnología y esta no siempre es manejable para determinadas personas. Los teclados de los teléfonos suelen ser pequeños (a no ser que hayamos buscado un teléfono específico), no recordamos bien los números a los que llamar. A veces disponemos de avisadores de emergencia que obligan a llevar un pequeño pulsador en todo momento. Si una persona mayor tiene un accidente doméstico, o se siente mal y quiere pedir ayuda, y debe recurrir al teléfono o a estos avisadores, dispositivos de alerta o similares, no siempre es tan fácil como nos puede parecer. Es posible que no pueda llegar a dónde está el teléfono o que esté aturdido por el accidente o el malestar, o tal vez dentro de casa no lleve siempre el mando encima, o que se haya caído y no pueda pulsar el botón.